viernes, 16 de noviembre de 2012

Menorca pétrea (2).-
por Juan A. Gutiérrez.-
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Parets seques.-
Mi añorado suegro Juan Rodríguez tenía por costumbre, en los últimos años de su vida, visitar Menorca de Septiembre a Navidad. Estas estancias ya se habían convertido en todo un ritual, al que se acostumbró de muy buena gana, porque aquí, si eres una persona tranquila y sosegada, tienes la sensación de vivir en el paraíso, un paraíso caro, pero en el paraíso. Y él, al igual que John Wayne en la inmortal película de John Ford, era “un hombre tranquilo”. La sensación que teníamos, con respecto a sus largas estancias en Menorca, era que disfrutaba de sus visitas a su modo, tranquila y sosegadamente…
Uno de los buenos recuerdos que de él me han quedado hace referencia al comentario que hacía cada vez que veía, con clara imagen de delectación y asombro, los muros y paredes de piedra seca (les parets seques), que tanto abundan por toda la isla, para delimitar parcelas y para proteger los sembrados de los fuertes vientos, sobre todo de la tramontana. Siempre que veía les parets seques soltaba este comentario, como si las viera por primera vez:
- Muchacho! Tú has visto qué buenos balates(1) hacen por aquí?...
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(1).- En Las Alpujarras se le llama “balate” al muro de piedra seca que permite crear terrazas, con vistas al aprovechamiento para el cultivo de los terrenos en pendiente o con gran desnivel, un hábitat muy propio de aquellas tierras.





Sorprende al que pisa Menorca por primera vez, la gran presencia de estos muros que dividen el territorio. Su abundancia y buen estado de conservación definen el paisaje menorquín. Por otro lado, la presencia de las parets seques también aparece como un elemento característico de la humanización generalizada del medio natural de Menorca.
La pared o muro recibe el nombre de seca porque no se utiliza, en su construcción, ningún tipo de mortero. Las parets seques tienen múltiples funciones. La primera será la de retirar el pedregal de las tierras de cultivo. Con el proceso del labrado de la tierra, los payeses rompían y levantaban fragmentos de roca que después habían de retirar. Una segunda función será la de dividir las propiedades y dividir las partes de una misma posesión. Esta última división era muy útil para la distribución de los cultivos y dar una utilidad a cada porción de terreno, e independizarla de las vecinas. Y, en tercer lugar, no es menor la importancia de les parets como un elemento que reduce los efectos del viento sobre los sembrados.
Asimismo, la importancia de los muros de paret seca dentro de la explotación rural tradicional menorquina, radica en la necesidad de buscar un equilibrio perfecto entre una economía rural basada en la agricultura y una economía ganadera, como los fondos principales de producción. La división del terreno con muros permite una ganadería sin pastor, ya que los trozos de tierra destinados a pastos nunca se juntan con los destinados al cultivo de cereales. Este método tan ingenioso responde a un sistema de explotación de la tierra muy tradicional y productivo, marcando una diferencia entre la tierra cultivada y la que se deja para el desarrollo de la vegetación autóctona, es decir, “las marinas”.







La mayoría de parets están hechas con material del propio entorno. Esta circunstancia, sobre todo presente en las parets antiguas, provoca una armonía entre el color del paisaje y el color de les parets, porque todo es de una misma materia. Si se utilizan piedras de otras procedencias, el color de la pared y del paisaje chocan. Y no se trata sólo de color, sino también de forma y textura. En cada región, según la composición geológica, las piedras, que son fruto de la fragmentación secular de la roca, tienen formas, texturas y tactos característicos. Piedras redondas, piedras irregulares sin cara, piedras planas, losas… piedras de superficie fina o irregular, piedras buenas de trabajar o piedras vivas de corte difícil… A los “paredadors” no les preocupa tanto la naturaleza o forma de las piedras como su tacto. Son sobretodo malditas las piedras rojas y lisas, que se encuentran en la zona de tramontana del centro de la isla, o la piedra marès que hay en la costa del poniente de Ciutadella. En el primer caso, el material de losas rojas, sobre todo en días de lluvia, se transforma en una especie de papel vidrio y castiga mucho la piel de las manos de los paredadores. En el segundo caso, la superficie de las piedras, muy castigadas por la sal del viento llebeig, se desmenuza y dificulta el trabajo.




Los artesanos que hacen les parets seques reciben el nombre de “paredadors”, oficio antiguo que comúnmente se transmite de generación en generación en el seno de una misma familia.
El proceso de la construcción es bien simple y, a la vez, complejo: señalización del muro, cimentación, doble hilada de piedras a ambos lados, con ligera inclinación del muro hacia el centro, a medida que sube el mismo y relleno interior con piedra pequeña o ripios. El remate superior da consistencia y personalidad al muro. Las piedras “cobertoras” tienen una forma especial, son gruesas y planas, de forma rectangular y con una buena cara superior. Algunas parets seques pueden acabarse con un revoco de cal y arena, o cemento y arena. Son las llamadas “paredes de tapia”. Estos muros no son exclusivos de las urbanizaciones menorquinas, donde han proliferado, sino que tienen un origen más antiguo y forman parte de los sistemas tradicionales de construcción de parets.


Para flanquear les parets seques los paredadores sitúan, estratégicamente, a modo de peldaños incrustados en el propio muro, los llamados “botadors”. La costumbre de saltar entre tanques o parcelas sin emplear los “botadors” producen un daño en las paredes y pueden provocar desprendimientos o “enderrossalls”, como dicen por aquí. También los arbustos que pueden crecer dentro de las paredes provocan presiones, o el agua de lluvia que se filtra  puede ir progresivamente disolviendo el alma de la piedra en su interior, con las consiguientes caídas y desprendimientos.

Botadors en una pared seca.


Las oberturas que permiten la comunicación con caminos o el paso de una parcela a otra reciben el nombre de “portells” o “portalades”, según su amplitud.




Passador, o pequeño paso para ganado menudo, como cerdos y ovejas.



Para el ganado mayor, como vacas, asnos o caballos, se construyen las barreras o tanques de ullastre, que hace el “arader” y que coloca el “paredador”. En estos “portells”, que pueden tener entre uno y dos metros, por los cuales tienen paso el hombre y las bestias, se suele poner una barrera de un solo cuerpo. En los portells con abertura más amplia, que permite el paso de carruajes, la barrera es de dos cuerpos, como la de la imagen inferior…  Cuando se trata de una barrera de dos hojas se cierra por arriba, con una llave o argolla sencilla de hierro, y por bajo con un gancho. En una barrera de un solo cuerpo, que ha de ir cerrada a una de las pilastras, las posibilidades son diversas: una simple cuerda puede servir, pero también se colocan pestillos de ullastre, una solución muy repetida en los portells que muy recientemente se han construido en el recién inaugurado Camí de Cavalls, y que encontramos a cientos por donde discurre este sendero de gran recorrido, al que, por cierto, dedicaremos una entrada futura en este blog…

Portell de ullastre de 2 hojas, para el paso del ganado, de gente y de máquinas.





Portell de una sola hoja.

El ingenio de los paredadors es uno de los secretos para hacer una buena paret seca. Para la gente ajena al oficio, paredar es un arte. Para los que son del oficio, paredar es una cuestión de buen ojo y de experiencia. Es fundamental, en el buen oficio, el conocimiento de las piedras y su situación en la pared; y esto sólo se consigue con los años. Los maestros paredadors suelen decir que, cuando se coge una piedra, ya se ha de saber donde se ha de colocar. Y dicen esto, no únicamente por el ahorro de tiempo y esfuerzo, sino porque la pared se construye con la vista, no con el martillo. Los maestros sólo se permiten dar algún que otro golpe a la cara de la piedra y el golpe de gracia, que es un golpe seco con el martillo, en la parte superior de la piedra, para que ésta encaje en el lugar donde se ha situado.
Todas la piedras, a pesar de su irregularidades, tienes seis caras. Tenemos la cara exterior, que creará una cara opuesta, interior, “el culo”. Y tendremos cuatro caras, también interiores. Una, la inferior, reposará sobre la hilada de abajo; la opuesta creará la forma superior; y las otras dos se habrán de combinar con las piedras inmediatamente anterior y posterior de la misma fila. Cuando escogemos la cara exterior hemos de pensar en las otras cinco caras, ya que ésta creará, automáticamente, las siguientes; por este motivo, no siempre se ha de escoger teniendo en cuenta que la cara que se verá será la más bonita, sino la que más convenga al conjunto.


 

Paredadors en acción.-

Al tratarse de un trabajo que se hace en el exterior, la jornada era de sol a sol. En el invierno era corta y en el verano larga. Comenzaba el trabajo al romper el día, con un descanso para desayunar a eso de las nueve. A la una se paraba para comer y se daba de mano al caer el sol.
Los paredadors solían ser equipos familiares. Normalmente no hacían trabajo a jornal, sino a tanto el metro. También era normal que el maestro fijara un objetivo para ese día, con lo que la jornada acababa al conseguirlo.

En las paredes rurales se pueden observar otros elementos secundarios, que también son obra de los paredadors, como son:
* Los botadors, ya mencionados, o piedras que sobresalen de la pared, formando una especie de escalera, sirviendo para pasar de una tanca a la otra, sin perjudicar la pared.
* Las fiblas, o aperturas regulares en la parte inferior de la pared, que permiten el paso del agua y de la lluvia, y que evitan que su acumulación afecte la estructura de la construcción. Suelen tener un palmo de altura y las encontramos en depresiones del terreno.
* Los passadors son más amplios y altos, ya que están diseñados para que pasen animales pequeños.
* Los comederos son aberturas en la parte media de la pared, en forma de pica, para que coman las bestias. Los encontramos en la proximidad de las casas, cerca de las boyeras y de las barracas.
* Los corrals son “tancats de paret seca” irregularmente circulares y con un diámetro variable, y que encontramos dentro de las tancas. También se pueden encontrar corrals incorporados a la pared de la tanca, formando media circunferencia, que nace de la propia línea longitudinal de la pared. Los corrals se construyen básicamente para proteger un árbol o grupo de árboles (higueras, almendros, algarrobos, etc…) de los animales de pastura, como vacas, ovejas, cerdos…
* Los bancals son los muros de piedra, o sea, paredes con una sola cara que evitan la erosión de la tierra en una superficie inclinada (los balates de Las Alpujarras), y que crean terrazas en las cuales se puede cultivar.
* Los marjals son muros que se construyen en los desniveles del terreno y sirven de contención para la acumulación de tierra. De esta manera, se creaban porciones de tierra suficientes para el cultivo. 

Con la técnica de la paret seca se han hecho, en otros tiempos, muchas otras construcciones rurales, desde las majestuosas barracas que pueden alcanzar alturas considerables, hasta los más humildes ponts de bestiar, refugis, cabanes, etc…


Documentación consultada:
PORTELLA, Josep. Pedras, parets y paredadors. En De Pedra. Centre d’Estudis Locals d’Alaior. Alaior, 2002.
CAMPS EXTREMERA, Antoni; ELORDUY, Juan. El camp de Menorca. Patrimoni etnològic construït. Ed. CIM-Aj. Ciutadella-Sa Nostra, 1998.

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Mahón – MENORCA.
Nov. 2012







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